Fidel Salgueiro
*Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Universal de Caracas el 18 de febrero de 2002
“Ningún país está exento de sufrir este mal”. Carlos Oteyza
«Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos y con el amor los errores de nuestra moral». Ortega y Gasset.
Su imagen se enmarca en una década de la historia de su país y trae a la memoria colectiva el recuerdo de conflictos civiles y problemas económicos, su discurso siempre invocó a la filosofía, la ética, la religión y las leyes, con fuertes alusiones a las enseñanzas del pasado y con críticas a la cultura occidental y sus influencias.
El eco de esas críticas resonó en los cuarteles y las calles, siempre fue opuesto a los ideales de modernizar su nación y transformarla en productiva, orientada según los moldes de una sociedad moderna.
Cual clérigo se reunió con quienes se manifestaron como sus simpatizantes y empezó a organizar cuadros civiles y militares, preparándolos para una gran revuelta. Su discurso siempre invitó a la sublevación. Sus llamados llegaron a difundirse por radio y televisión en todo el país.
Así logró debilitar y con ello provocar la caída del gobierno de una de las naciones petroleras más ricas del mundo. Posteriormente llegó al gobierno y en diez meses decretó una nueva Constitución, donde creó una república con un nuevo nombre y características religiosas y fundó uno de los regímenes más personalistas del hemisferio sur, lo cual le dio plenos poderes sobre el país y sus instituciones.
Su verbo incendiario arrasó con opositores. Crítico permanente de EE. UU. y mediático en la conducción de sus seguidores, en algún momento llegó a decir: «Todas las revoluciones son hermanas». Sus desafueros lo llevaron a debilitar las potencialidades de la industria petrolera del país. [1]
Su nombre, el Ayatolah Komeini, el mismo que condenó a muerte a un poeta y escritor por considerar «blasfemo contra el islam» su libro Los versos satánicos y que llevó al Irán de ser el país más rico del medio oriente a una nación empobrecida conocida como la República «Islámica» del Irán.
No son sólo coincidencias, es parte de una misma historia, por eso debemos firmar y debemos ir a votar tan pronto tengamos la oportunidad[2].
Publicado en octubre 20, 2018
[1] Antes de convertirse en República Islámica, y vivir una revolución, Irán era un país enrumbado a la modernidad. Hasta el comienzo de los 70 el país recibió grandes flujos de inversión de EE. UU. y Gran Bretaña, producía 4,5 millones de barriles de petróleo y pese al fuerte control de la monarquía del Shah, en el país se respiraba cierto clima de libertad cultural y modernización. Iran vivió un acelerado proceso de industrialización, se construyeron grandes infraestructuras y avenidas, nació una fuerte clase media e insurgió una nueva burguesía, en lo que se conoció como la llamada “Revolución blanca”.
Se adoptaron las formas occidentales en educación y vestido. Se prohibió el velo obligatorio y las mujeres empezaron a vestir y vivir como en cualquier país de Europa, se podían divorciar y gozaban de educación secundaria gratuita y ayudas para ir a Universidad. Tenían puestos de responsabilidad en las grandes empresas y podían escoger si aceptaban o no la religión islámica.
La crisis social derivada de una crisis económica nacida en los 70´s trajo los eventos del 8 de septiembre de 1978, donde el ejército disolvió una manifestación pacífica, hubo una masacre y el Shah se vio forzado a huir y el Imam Jomeini llegó del exilio para proclamar poco más tarde la República Islámica de Irán.
Hoy en Irán no existe la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libertad de culto, el derecho a la información, el derecho a la debida defensa en juicio, la igualdad de derechos de la mujer y los gays. Existe la tortura, la pena capital, las detenciones arbitrarias, y los juicios sumarios.
¿Cómo llegó Irán a ser un país sometido por completo a una religión? Jomeini llega al poder tras el desgaste de siete décadas de monarquía constitucional absolutista. La religión aglutinó el populismo desencantado con el régimen del Shah. Como bien expresa el cineasta Carlos Oteyza en su película: El Pueblo soy yo: Venezuela en Populismo «ningún país está exento de sufrir este mal».
Similar proceso al iraní ha vivido Venezuela con su revolución, tanto como país como con su industria petrolera.
[2] Al momento de escribir el artículo en Venezuela se hablaba de invocar a la figura del referéndum revocatorio para darle salida a la crisis política que experimentaba el país.
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