Fidel Salgueiro
*Publicado en la edición impresa del diario El Universal de Caracas el 10 de febrero 2006
«Una historia de locura en tiempos de control de cambio, cuando viajar tocando Venezuela era «El negocio»».
Los últimos 2 meses han tenido la particularidad de servirnos a muchos de nosotros para el reencuentro de amigos que, residiendo en el extranjero han regresado a Venezuela haciendo eso que llaman “business” o simplemente para visitar a los familiares.[1]
La plática con muchos de ellos, en estos eventos de reunión familiar, y la licencia que brinda la amistad me ha permitido hacer una clasificación de cada uno de ellos:
Los ilusionados. Al partir de Venezuela piden como deseo»¡Dios mio qué a mi regreso, el país este al menos igual de malo de cómo lo estoy dejando!»
Los despistados. Se fueron en los 90 y a su regreso han encontrado algunas cosas funcionando bien. Algo que por cierto no es del todo falso[2]. Usan la frase, “¡Dejen a ese hombre gobernar!”
Los nostálgicos. Se quedaron en el recuerdo. Suelen usar la frase, “¡Que vaina! ¡Éramos felices, pero no lo sabíamos!”.
Los soñadores. Son la mayoría. Aspiran que las cosas mejoren para volver.[3]
Los triunfalistas. Adoptan la mirada de vencedores aun cuando andan por esos lares perdidos y solos. Son tipos simpáticos que se ganan el aprecio de todos.
Los pa´arriba y pa´abajo. Cuando les preguntas ¿cómo te va afuera? No responden y empiezan a mover, en forma lenta y de arriba a abajo, la cabeza para luego soltar un largo suspiro acompañado de un “mmm…” que estremece toda la sala.
Los materialistas. Sacan ventaja de todo sin compensaciones. Usan el primero yo y luego.
A finales de los 90 mudaron a su familia para Miami y continúan trabajando aquí de lunes a jueves. Tienen un segundo frente[4] y los ha afectado mucho el cierre del viaducto[5].
Los analistas. Dan cientos de consejos de cómo salir de este atolladero. A la pregunta y ¿Si las cosas son como tu dices porque no te quedas? Responden: “¡Coño, no puedo!”
A pesar de que esto pudiese verse hasta con humor, la realidad es que nos hemos convertido en una sociedad de emigrantes.
Buscamos afuera las oportunidades que, pese a todos los planes revolucionarios, el país no brinda adentro. Algunos ya hasta nos llaman los balseros del aire[6].
Publicado el 03 de noviembre de 2018
[1] El control cambiario implementado por el gobierno revolucionario, generaron en el año 2006 un fenómeno de visitas de venezolanos que residían ya en el extranjero. Un pasaje que podía costar normalmente 700 dólares, comprado en bolívares al cambio oficial podía terminar costando 300 dólares. Muchas personas llegaron al nivel de poder viajar en primera clase con el costo de un pasaje en turística e incluso compraban pasajes para viajar a otros sitios, solo era necesario tocar Venezuela para que un pasaje que podía costar 4.500 dólares terminase costando menos de 1.500. Todo consecuencia del efecto de tener un dólar subsidiado y de un control de cambió. Muchas agencias de viaje se dieron a la tarea de, sobre todo con viajeros provenientes de Argentina y Colombia, y ofrecían pasajes económicos si se hacia transito por Venezuela. Una sangría total de divisas. Eso incrementó el flujo de viajes hacia Venezuela
En 2010 el gobierno descubrió el problema y lejos de suprimir el origen de los males que no era otro que el control de cambio, forzó a las aerolineas a solo vender pasajes si los viajeros partían y regresaban a Venezuela.
[2] El aeropuerto en el año 2006 había sido reformado y exhibía una mejor fachada que hoy, al igual que el resto del país, se encuentra en estado de total deterioro.
[3] Con cada año que ha pasado, a partir del año 2000, las cosas en Venezuela siempre han ido para peor.
[4] Segundo frente, expresión usada en Venezuela para referirse a un amante.
[5] Derrumbe del viaducto número 1 de la Autopista Caracas-La Guaira. Ello obligaba a tomar una carretera nacional llamada la carretera “vieja” Caracas-La Guaira. Cuando este evento ocurrió, el viaje al aeropuerto internacional de Maiquetía que, normalmente tomaba una hora desde Caracas paso a ser de seis horas.
[6] Desde el año 2002 empezaron a salir contingentes de venezolanos a instalarse en otros países. Al principio los venezolanos fueron saliendo a cuentagotas. Con ellos empezó un fenómeno, hasta ese momento desconocido por los venezolanos, el de la diáspora. A partir del año 2012 el fenómeno se profundizó-ese año fue reelecto por tercera vez Chávez y al poco tiempo falleció- y a partir del 2015 acentuó.
La diáspora según cifras de investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello alcanza 4 millones y medio de personas, 1 millón de los cuales han salido entre 2016 y 2018.
Hoy los venezolanos tenemos trato de refugiados y sufrimos de un desconocido proceso de ruptura familiar. Venezuela pasó de ser un país receptor de inmigrantes, lo hizo durante todo el siglo XX, para pasar a ser a partir del siglo XXI, un país de emigrantes.
La emigración o diáspora de esos últimos dos años ha sido considerada la más grande y la peor tragedia de refugiados en la historia de América Latina.
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