Fidel Salgueiro
*Publicado en la edición impresa del diario El Universal de Caracas el 29 de marzo de 2003
“Las máscaras tuvieron su origen en el culto a los muertos en las fiestas de Baco…En carnavales recogían el deseo del individuo de escaparse de su pobre identidad…” Camilo José Cela.
Las máscaras son una fantasía de primera necesidad, usualmente las personas las usan en carnavales. Fiestas en las cuales los engañados y las adúlteras, los ladrones, los religiosos, los prodigiosos pierden su identidad, se cambian el rostro e interpretan su propio deseo.
Las máscaras tienen su origen en el teatro y son imprescindibles para interpretar un papel en la vida: hay quien se coloca un antifaz para hacer el amor, se disfraza para hacer el bien o simplemente para esconder algo. Otros siendo presidentes se disfrazan de paisano para visitar lugares públicos o se visten de militar para ser llamados comandantes. Nuestra historia está llena de estos últimos.
La máscara no es solo la pieza de un disfraz. La usan los políticos sin alma para decir que «aquí no pasa nada»; Los atracadores y malandros para robar; oculta el rostro de cancilleres cuando necesitan hablar de magnicidios o desacreditar la oposición. La revolución cubana tiene muchos de estos cuentos y nosotros los estamos aprendiendo.
Las máscaras simbolizan la búsqueda total de la ficción, también brindan una coartada la trasgresión, pero al mismo tiempo trascienden la realidad. Entonces nada de extraño tendría que, en tiempos de revolución el líder del proceso disfrace de «pavo»
[1] del 70 para caminar en la ciudad. Qué nivel de frustración.[2]
Total, la Caracas revolucionaria también está disfrazada. Es un gigantesco mercado persa, perfumada con orines desde La Campiña hasta el boulevard de Catia, esperando a que el jolgorio termine y con ello volver a ser la sucursal de cielo. Merecedora de los más dignos elogios del maestro Billo Frometa[3]. [4]
Imagen de Ernesto Rodriguez de Pixabay
[1] Expresión que refiere a un joven que esta a la moda. Esta «pavonenadose»
[2] En un programa Alo presidente de marzo del 2003, el presidente afirmó que «salía a recorrer Caracas disfrazado» para conocer de primera mano los sufrimientos de las sus habitantes.
[3] Luis María Frómeta Pereira, musico, director y compositor de origen dominicano, adaptó nuestra música cañonera o «merengue caraqueño» para crear un ritmo distintivo que amenizaba las fiestas en Venezuela. En bodas, bautizos o cumpleaños estaba presente algúno de sus discos y sin dudas en las festividades decembrinas no podían faltar sus piezas musicales. Es de los músicos que más la ha compuesto a Caracas. Lo hizo con su orquesta La Billos Caracas Boy´s
[3] Para esa época Caracas era igualmente una ciudad de disfraces. La revolución la habia disfrazado de deterioro, inmundicia y suciedad.
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