Macondo y sus Casas Muertas*

Fidel Salgueiro

*Este artículo fue publicado en la edición digital del diario El Universal de Caracas  el 08 de agosto de 2010  

Corrían los 80, década que hoy luce lejana, años en los cuales el aparente “tema” en las relaciones de Venezuela y Colombia, era el diferendo binacional de las delimitaciones marinas y submarinas. Dos de los escritores más brillantes de ambos países, el venezolano, premio Lenin de la Paz, (versión socialista de los premios Nobel), Miguel Otero Silva, MOS, y el colombiano, hoy inmortal, premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, (GABO), hicieron una suerte de pacto reseñado en prensa, entre otros, por el diario El Nacional, el cual consistía en que, ante una hipotética guerra entre los dos países, GABO arrancaría a correr por las calles de Bogotá hasta llegar a su Plaza Bolivar, gritando «viva Venezuela» y MOS, haría lo suyo por las calles de Caracas hasta llegar a la Plaza Bolívar, gritando a igualmente y a pleno pulmón, «viva Colombia».

La anécdota, vago recuerdo de una lectura de prensa, tan solo nos enseña que, por encima de los percances, egos maltrechos o el llamado “intercambio económico binacional”, lo que une a Colombia y Venezuela son la cultura, lo social y un legado histórico.

Sería muy difícil entender un premio Nobel para un Garcia Márquez, sin revisar su vivencia en Venezuela, “cuando era feliz e indocumentado”, reportero del diario El Universal, rodeado del cariño intelectual entre otros de Otero Silva, el Cubano Carpentier, asiduo visitante a Venezuela o Adriano Gonzalez León. Apoyando desinteresadamente al MAS, al donar íntegramente el dinero recibido por el premio de “Novela Rómulo Gallegos”.

Tampoco es posible comprender la independencia de Venezuela, sin mirar los hechos bogotanos de 1810, el origen de la primera constitución de la América Española o al Bolivar que triunfa en Boyacá, para regresar libertador a Venezuela. A uno y otro pueblo los unen los afluentes de los ríos que naciendo en suelo colombiano encuentran paz y tranquilidad en las costas atlánticas y caribeñas de nuestro país.

Los miles de colombianos que han llegado Venezuela, a lo largo de los años, guardan similitud con los cientos de venezolanos que hoy buscan oportunidad en suelo colombiano. Unos y otros, solo desean paz y seguridad, para ellos y los suyos.

Con certeza, y a pesar de la innecesaria confrontación, ambos pueblos saldremos nuevamente fortalecidos de esta trama. La verdad Macondo y sus Casas Muertas nos pertenecen. Solo que a veces “cuando quiero llorar no lloro”.[1][2]

 

*Este artículo fue publicado en la edición digital del diario El Universal de Caracas  el 08 de agosto de 2010

[1] Este articulo nos fue solicitado a los colaboradores de opinión el 06 de agosto de 2010, por el Editor de Opinión del Diario el Universal Miguel Maita a raíz de la Crisis colombo-venezolana, debido a una denuncia hecha el 22 de julio por el gobierno de Colombia ante la OEA de tener pruebas de “la presencia «consolidada» y «activa» de guerrilleros colombianos en Venezuela”.

La respuesta del presidente Chávez fue: «No nos queda, por dignidad, más que romper totalmente las relaciones diplomáticas con la hermana República de Colombia».

[2] En ese momento la diáspora venezolana era incipiente, hoy Colombia es el país más receptor de refugiados venezolanos la cifra alcanza cerca del millón de personas, sin contar las que cruzan su territorio para continuar hasta Ecuador, Perú y Chile.

Publicado el 26 de 2018 Octubre

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