El testigo*

Fidel Salgueiro

*Publicado en la edición Impresa del diario el Universal el 07 de enero de 2006

Kurt Vonnegut, novelista estadounidense, autor entre otras novelas de El pianista (1952), una sátira de la vida moderna y Cuna de galo (1963), una fantasía sobre el fin del mundo escribió que «el verdadero te­rror es despertar una mañana y ver que tus compañeros de secundaria son los que gobiernan el país«.

En la novela El testigo, de Juan Villoro (Premio Herralde, 2004), y gracias a mis hijos lectura de fin de año, el protagonista Julio Valdivieso, un profesor de literatura, tras una larga residencia en París, vuelve a México donde el PRI[1] ha perdido las elecciones luego de 71 años en el poder.

A su regreso descubre que el país lo están gobernando sus ex compañeros de taller literario y se encuentra con la realidad de nuevos autoritarismos, y la sensación de que se ha producido un cambio pero en retroceso hacia el pasado.

Cualquier parecido a nuestra cotidianidad es pura coincidencia. La realidad es que muchos de nuestros ministros en tiempos de revolución eran parte de esa camada de estudiantes universitarios que solía tener su día «D revolucionario [2]» todos los jueves[3] en la tarde en la Plaza Las Tres Gracias[4], -jóvenes estudiantes que por cierto fueron calificados como miembros de una “generación boba» para algún psiquiatra[5] del proceso-y que encapuchados[6] salían a manifestar sus inconformidades sociales, protegidos por la autonomía universitaria, -la misma que algunos de estos mismos panas, ya no tan jovenes y convertidos en ministros, consideran se debe ahora eliminar[7]-todo lo cual es pura coincidencia.

La novela, cuyo hilo conductor de narración es la intriga policial y literaria, trata de desentrañar en ese presente las claves perdidas del pasado de El testigo. Y así, poco a poco el pasado lo devora a él[8]. Y el pozo de la hacienda paterna, el cual ha sobrevivido a varias generaciones, se convierte en el símbolo del poder invencible con que arrastra el recuerdo de lo que no fue y de lo que se perdió sin haberse tenido nunca[9].

Obra compleja y rica en pasajes nos muestra esa realidad latinoamericana, en tiempos aferrada al pasado, una triste realidad, la que por cierto deberíamos hacer esfuerzos por tratar de superar[10].

[1] Partido Revolucionario Institucional de México

[2] Parodiando el día “D” del desembarco en Normandía

[3] En mi Alma Mater la Universidad Central de Venezuela (UCV), se volvió habitual que los militantes del partido Bandera Roja, un movimiento de izquierda escindido del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) una división del partido Acción Democrática (Socialdemócrata), saliesen todos los jueves en horas de la tarde, a las puertas de la universidad a enfrentarse con la Policía Metropolitana, por cualquier causa (los presos políticos, el costo de la vida, el costo del pasaje estudiantil, etcétera. Los mismo problemas que la revolución, dirigida por esos mismos estudiantes, lejos de resolver ha multiplicado por mil).

Para mi se hizo un habito recibir clases con gas lacrimógeno en el ambiente. Confieso que aún hoy sigo sin entender el motivo de aquellas protestas que solo nos afectaban a nosotros mismos. Eran guarimbas universitarias.

[4] La UCV tenia cuatro entradas, una de ellas era la de la Plaza Las Tres Gracias que se encontraba justo a la salida de una estación del Metro de Caracas con el mismo nombre.

[5] Edmundo Chirinos, hombre de izquierda, PhD en Psiquiatría y Psiquiatra de Hugo Chávez, fue rector de la UCV a finales de los 80, Siempre estuvo cuestionado por abusar de sus pacientes mujeres y en cercano a los 80 años fue acusado de asesinar a una de sus pacientes, de la que además se le señaló como su amante. Este personaje acuño la frase para esa generación estudiantil de «generación boba».

[6] Elías Jaua es uno de esos ministros que, además ha presumido de ello. Era un estudiante de sociología que se encapuchaba todos los jueves a tirar piedras en la entrada de la Plaza las Tres Gracias.

[7] Desde que la revolución de Chávez llegó al poder se declaró un abierto enemigo de la Autonomía Universitaria, entre otras razones porque siendo la UCV un centro intelectual del mejor pensamiento de izquierda en Venezuela, como universidad ninguno de sus rectores y decano, salvo por individualidades, manifestó simpatías por el proceso bolivariano y por su líder. Chávez le declaro la guerra a la UCV y entre los años 2002 y 2015 fui testigo, (fui profesor de esa universidad en esos años) del estrangulamiento y cerco presupuestario que le impusieron la principal y mas antigua universidad del país «la casa de luz que vence a las sombras».

[8] A Venezuela la ha devorado el pasado del siglo XIX con el que Hugo Chávez pretendió hacer una revolución y sin dudas lo consiguió. Venezuela regresó a los tiempos de la independencia cuando Jose Tomas Boves hizo estragos en el país.

[9] Esto ha sido la revolución bolivariana lo que no fue y lo que se perdió, en uno de los mejores momentos económicos de nuestra historia nos volvimos mas pobres. Algún día este proceso sera  reseñada como «crónica de un gran saqueo y la muerte de las esperanzas»

[10] América Latina tristemente se aferra al pasado por eso de vez en cuando  resurge un populista.

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