Fidel Salgueiro
Publicado en la edición impresa del diario El Universal el 05 de mayo 2006.
Algo que luce difícil definir es la particular forma de humor proveniente de las declaraciones que nos ofrecen las autoridades del poder moral revolucionario[1]. La mejor definición para este humor es haberlo vivido… y haberlo sobrevivido, porque que se trata de un humor hecho para neurotizar y no para hacer reír. [2]
¿Tan peligroso puede resultar? la verdad nunca se sabe, pero si hay algo que llama poderosamente la atención en los poderes públicos es sin dudas la búsqueda incesante del juego de palabras, eso que tanto caracterizaba a Mario Moreno «Cantinflas», y que le permitía al popular cómico satirizar en sus películas cualquier cotidiana situación.
En el caso de nuestras autoridades -y por cosas del cruel destino- el verdadero trasfondo parece ser confundir y crear dudas sobre todo y en todo. Esto es básico, ya que supone que el eje sobre el cual gira este humor es la incertidumbre. [3]
Sin embargo, se debe aclarar que este tipo de humor posee es un importante trasfondo cultural; por ejemplo, eso de tomarse media hora en cadena nacional para definir la diferencia entre hurto y robo, es -por no llamarlo de otra manera-una vaina intensa, pues al final la definición no resolvía el asunto y sobre el cual el Fiscal General de la República se estaba dirigiendo al País[4], relacionado con la trágica muerte de un sacerdote, ademas miembro de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV).
Por supuesto sin contar que para los efectos prácticos del asesinato en cuestión hurto o robo era la misma cosa, ya que como dicen los malandros, «uno al final esta tumbao[5]«.
Si a todo esto le unimos la sutil ironía que, de vez en cuando, afloran en cada declaración del Defensor del Pueblo[6] o del a al Contralor, la mezcla no puede ser más explosiva y contundente.
La explicación a tal conducta es bien sencilla: dejar al oyente en «nocaut cantinflero».
El drama en todo esto es que una mitad del país no cree en las autoridades revolucionarias, y por supuesto tampoco se ríe de sus chistes. En lo personal pienso que aquellos que dicen creerle al gobierno tampoco lo hacen, simplemente porque se trata de un humor sin libretos y con muy malos guionistas
[1] El concepto de Poder Moral fue desarrollado por Simón Bolívar, de acuerdo con el proyecto de Constitución que se presentó en el siglo XIX. El Poder Moral era una institución destinada a la formación ciudadana y a cuidar que el acceso a los cargos públicos y su ejercicio estuvieran vedados a aquellos hombres y mujeres que carecieran de principios éticos. Es claro que ese poder ha fracasado por completo en Venezuela.
La figura de Poder Moral, también conocida como Poder Ciudadano, fue incorporada por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 y lo forman el Contralor General, el Fiscal General y el Defensor del Pueblo.
Para Bolívar el concepto estaba inspirado en la figura del Censor de la antigua República romana, que se encargaba de evitar que los indignos accedieran a los cargos públicos. Cada cinco años, eran elegidos por los comitia centuriata (una de las asambleas romanas que estaba presidida por un cónsul) dos censores que conformaban una magistratura colegiada y que tenían la responsabilidad de efectuar el censo, supervisar la moralidad pública y atender algunas cuestiones relacionadas con las finanzas públicas.
El Poder Moral en la constitución de 1999 debía ser un poder autónomo respecto a los otros poderes del Estado y estaba encargado de analizar y eventualmente sancionar aquellas conductas de los funcionarios públicos que resultasen contrarias a la ética. Sin dudas el capitán Andrade, la enfermera de Chávez, su esposo y la presidenta de PDVSA Gas Colombia, solo por nombrar algunos estaban muy por encima de esta actuación contralora.
[2] Venezuela será en algún momento un caso de estudio, sobre como un país con todas las posibilidades de éxito a su favor pudo tener un liderazgo capaz de convertirlo en estado fallido en cuestión de dos décadas
[3] La verdad que los poderes públicos sobre todo la Fiscalía General de la Republica y la Defensoría del Pueblo han demostrado ser completamente obsecuente ante las arbitrariedades del ejecutivo. Quienes han ejercido el cargo ha sido complacientes con el gobierno revolucionario. Eso si una vez abandonan el cargo se vuelven en críticos acérrimos del proceso.
El mejor ejemplo de esto ha sido la Dra. Luisa Ortega Diaz que de perseguidora pasó a ser perseguida por la revolución y a confesar que durante muchos años estuvo haciendo cosas porque se las ordenaban.
En una de esas tantas confesiones admitió en la emisora BLU Radio Colombia que “Me presionaron para que yo dijera que el autor de la muerte de Bassil Da Costa y Juan Montoya era Leopoldo. Me presionó Diosdado Cabello”. Por esta razón Leopoldo Lopez esta imputado.
[4] En el año 2006 era Fiscal General de la república Isaías Rodríguez. El 22 de abril de ese mismo año fue asesinado el sacerdote Jorge Piñango, en una habitación del Hotel Bruno de Caracas, por un compañero ocasional, a quien la policía científica capturó y puso a la ordenes de tribunales.
Al sacerdote le fueron robadas sus pertenencias. El Fiscal -Intentando resaltar la supuesta condición gay del sacerdote, que además era subsecretario de la CEV-cuerpo colegiado que desde el comienzo de la revolución ha estado enfrentado a Chavez y ahora a Maduro- en cadena nacional de radio y TV disertó por media hora sobre cuál era la diferencia entre robo y hurto, tratando con ello de dejar en claro que hubo un acto consensuado, cuando de lo que se trataba era de enjuiciar a una persona que habia cometido un homicidio.
[5] “Tumbao” robado en el argot callejero de Venezuela.
[6] El Defensor del Pueblo era conocido como defensor del puesto. En tiempos de revolución ninguno de los ocupantes de ese cargo ha atendido una sola denuncia formulada por algún miembro de la oposición o ciudadano no afín al chavismo.
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